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210 años del Palacio de Minería; un magnánimo espacio para la ciencia y la cultura

El inmueble alberga un museo que expone principalmente la obra de Manuel Tolsá como escultor y arquitecto a lo largo de su vida

Roberto Rodríguez Rebollo | 06-04-2023
210 años del Palacio de Minería; un magnánimo espacio para la ciencia y la cultura
210 años del Palacio de Minería; un magnánimo espacio para la ciencia y la cultura

Desde su nacimiento, el recinto ha sido un espacio para la educación y la enseñanza. Sus muros han sido testigos de la formación de ingenieros y científicos. La primera institución en materia minera de América.

Ubicado en la calle de Tacuba 05, colonia Centro, en la Ciudad de México, una serie de arcos frontales y laterales dan la bienvenida; la escalera monumental sonríe al fondo de un patio limpio donde han desfilado alumnos, académicos y personajes notables de la vida pública nacional.

El Real Colegio de Minería fue fundado en 1792. Para la Nueva España uno de los recursos más importantes era la plata, mineral asociado con la riqueza aprovechando que en estas tierras existe más plata que oro.

EL RECORRIDO

Excélsior hizo un recorrido al interior del recinto en compañía del físico Omar Escamilla, responsable del Acervo Histórico del Palacio de Minería, y Beatriz Jezabel Ibarra Rodríguez, representante del área de Promoción Cultural.

Al referirse a la concepción del edificio, Escamilla enfatizó que “tenemos dos vertientes: una el edificio mismo y otra la institución para la que fue creado. Van más o menos paralelas y todo lo que aquí ocurrió, no tanto de la historia política sino más bien desde el punto de vista de la ingeniería y la ciencia, así como el valor histórico que desde nuestro acervo le queremos otorgar”.

Según Escamilla, en 1777 se fundó el Tribunal de Minería de Nueva España, que cumplió con tres tareas: La legislación minera, que tiene que ver con la organización del gobierno para controlar la producción; la otra era una función fiscal, que se encargaba de imponer impuestos sobre la extracción minera; y la tercera, la legislación, encaminada a la regulación de las actividades de minería.

Por su parte, el Real Colegio de Minería abrió sus puertas en 1792 en un edificio ubicado en Guatemala 90, “y ahí van a estar hasta 1806. A los 5 años de inaugurado el colegio se dan cuenta de que el espacio no es suficiente y por eso deciden adquirir el predio donde estamos y edificar un edificio para el Colegio de Minería”, señaló el responsable del Acervo Histórico.

Finalmente, el elegido para levantar la obra arquitectónica fue Manuel Tolsá. Originario de Valencia, España, con una formación como escultor, era también profesor en la Academia de San Carlos, encabezó las labores arquitectónicas y de construcción del edifico. “Esa formación académica apegada al arte es la que va a plasmar en su obra del Palacio de Minería”.

Los trabajos constructivos del edificio se prolongaron por 16 años, de 1797 al 03 de abril de 1813. Por lo que, hoy se cumplen 210 años del término de su construcción. Poco tiempo después comenzó a tener problemas de hundimiento debido a las características del suelo donde fue levantado.

“Es un edificio que siempre va a tener problemas por las malas condiciones del suelo de la ciudad”. Con un estilo claramente neoclásico, el inmueble ha sido sometido a varias etapas de restauración, la última hace 50 años donde se le dio una estructura funcional para la época moderna.

En el acervo se encuentra un presupuesto elaborado por Manuel Tolsá. Escamilla mencionó que no existen los planos originales del edificio, aunque sí se cuenta con las memorias semanales del proceso de construcción.

Al ingresar puede observarse la magnitud de la edificación; sus amplias escaleras y columnas rebosantes sobresalen evocando a una época pasada a través de un patio que cuenta historias de un recinto de ciencia.

UN TESORO DOCUMENTAL

El primer lugar de la visita es el Acervo Histórico del Palacio de Minería. Fue fundado en 1973 con todos los documentos y libros hallados durante las labores de restauración del complejo académico. El material documental está conformado por el archivo, una biblioteca y el taller de restauración ubicado en el torreón. Entre libros, folletos, revistas, tesis, mapas, libros y materiales de construcción, el recinto resguarda aproximadamente 350 mil objetos que datan del siglo XVI.

La colosal edificación fue sometida a una profunda restauración en la década de 1970 que contempló casi todos los rincones para su mejora estructural y embellecimiento. El proceso también estaba encaminado a la recuperación del acervo cultural perteneciente a la historia del recinto.

En 1910 la Escuela de Ingenieros se adhirió a la entonces recién creada Universidad Nacional. En 1929 se le dio autonomía para que en 1959 adquiriera el caracter de Facultad de Ingeniería ya en Ciudad Universitaria (CU).

Según consta en una nota de Excélsior del 27 de junio de 1974, “entre las piezas descubiertas hay libros únicos que revelan que en la Nueva España, en 1790, se conocían y enseñaban las matemáticas superiores… hay estudios sobre minerología, consistencia de suelos, etc.”, se puede leer en las páginas de El Periódico de la Vida Nacional.

“Todos los edificios del barrio universitario quedaron abandonados con el traslado a CU. Las colecciones históricas de todos esos edificios no tuvieron un lugar fijo, los papeles del Tribunal y Colegio de Minería se fueron guardando hasta la Escuela de Ingenieros. Cuando todo se fue a CU el archivo se quedó junto con la biblioteca; el primer reporte de la biblioteca ya funcionando es de 1793, reveló el científico Escamilla.

El documento más antiguo que resguarda el recinto documental data de 1575, es un libro de juntas de una mina del Estado de México. Aunque los documentos comenzaron a generarse desde 1777 con la creación del tribunal.

UNA JOYA ESPECIAL

Andrés Manuel del Río, catedrático de mineralogía, descubrió en 1802 el Vanadio, un elemento químico importante para el estudio de los minerales. Tablas mineralógicas traducidas por del Rio en 1804, el libro original contempla una clasificación mineral importante para los científicos de la época con manuscritos y anotaciones especiales sobre los análisis realizados por el científico para llegar al descubrimiento del vanadio. Una de las joyas favoritas de Escamilla.

Otro documento importante es un registro administrativo y legal del Tribunal. En el libro  constan los ingredientes consumidos en la Tienda Nuestra de Guadalupe en el beneficio de metales de mina de agua en Temascaltepec, Estado de México y sus memorias pagadas. Destaca por su encuadernación en pergamino y el estilo de escritura del escribano, además del papel hecho a mano con marcas de agua, uno de los primeros registros de la época virreinal.

Por otro lado, la vasta documentación cuenta con la colección de materiales históricos, materialoteca, conformada con más de 1000 piezas de diferentes características y épocas reunidas a partir de la creación de la Escuela Nacional de Ingenieros en 1882. Soportes especiales que se considera la mayor cantidad de esos materiales que se resguarda en México.

LA BIBLIOTECA

El espacio que hoy alberga la biblioteca originalmente contenía las piezas de materialoteca ubicadas hoy en otro espacio del inmueble. Aunque tiempo atrás funcionó como comedor para los jóvenes estudiantes que residían dentro de la escuela.

“En 1892 Antonio M. Anza que era ingeniero civil y arquitecto, además era profesor de procedimientos y materiales de construcción, le encargan el proyecto de laboratorio y gabinete de materiales, lo presenta y comenta a construirse para concluirse en 1897. En toda esta estantería de la biblioteca estaban los materiales. La estructura y diseño eran diferentes. Aquí era el laboratorio de enseñanza y de certificación. Funcionó y se quedó intacto hasta los setenta durante la restauración cuando se convirtió en biblioteca”, mencionó el físico.

La biblioteca está abierta al público, cuenta con dos colecciones especializadas de la Facultad de Ingeniera y la Asociación de Ingenieros y Arquitectos, mientras que se complementa con la colección de la Sociedad Alzate que está integrada por material bibliográfico de diferentes disciplinas y ramas del conocimiento. Lleva el nombre de Antonio M. Anza desde 2007.

PATIO BICENTENARIO

Excélsior pudo ingresar al Patio Bicentenario, que anteriormente fungía como laboratorio de Química. En el lugar puede verse una bóveda con linternilla donde se encontraba un horno de gran tamaño utilizado para las prácticas de los estudiantes.

“Este es un espacio importante para la ciencia porque es el primer laboratorio de enseñanza de Química que se construyó en México, y no solo eso; después cuando el laboratorio de se va a otro lado este lugar se convirtió en laboratorio de máquinas térmicas para los estudiantes de ingeniería mecánica. Entonces este es el primer laboratorio de química y el primer laboratorio de mecánica del país”, señaló el también experto en ciencia.

UNA ESCALERA INCONMESURABLE

Al salir del Patio Bicentenario y dar vuelta en los pasillos, se vislumbran los escalones de la fenomenal escalera que es uno de los detalles más vistosos del lugar. Al respecto, el responsable del acervo dijo que “la escalera es un elemento central desde el punto de vista arquitectónico. Cuenta con dos rampas que suben y una central que te lleva a la planta alta. Y es muy bonito porque el pasillo de la planta alta es como un puente”

“La bóveda de la escalera es interesante ya que no se sabe cómo era la de Tolsá porque fue sustituida por otra que tenía un tragaluz redondo, este sufrió desperfectos y durante un tiempo esto estuvo al aire libre. Realizaron un diseño con hierro resistente proveniente de Berlín con un estilo diferente reforzado con concreto armado en 1929. Un diseño distinto pero tan armonioso con lo original”, sostuvo Escamilla.

“Minería es uno de los edificios que ha sobrevivido de la zona, otros se fueron demoliendo, pero Minería tiene una arquitectura de tanta importancia y tan imponente que entorno de él se construyeron nuevos edificios como Correos u Obras Públicas, hoy Munal (Museo Nacional de Arte), y conformaron un eje importante de arquitectura aquí. Por eso Minería dictó que esto fuera un área monumental”. Omar Escamilla.

SALÓN DE ACTOS

En sus inicios, la planta baja del edificio era usada como un área utilitaria con el horno, cocina, comedor; el entresuelo era habitacional; y la parte alta estaba dedicada a lo académico. Dentro de las aulas importantes se encuentra el salón de actos que también se ha tenido modificaciones con el paso del tiempo.

“Debido a la importancia del edificio este salón era buscado para actos políticos, por ejemplo, funerales de políticos importantes, o cuando Juárez triunfa viene aquí a proclamar la República. En 1907 cuando se quema la Cámara de Diputados de Donceles, aquí se traslada la Cámara para sesionar; el parlamento estuvo aquí entre 1907 y 1911 aproximadamente. Y la última toma de protesta de Porfirio Díaz fue aquí”

El Salón de Actos es un espacioso lugar donde antiguamente se llevaban a cabo  exámenes profesionales, cátedras universitarias, además de diversos actos políticos.

Un águila porfiriana adorna el templete central del también llamado Gran Salón. Esculturas de las musas de las disciplinas impartidas durante la época del Colegio de Minería enarbolan el perímetro del lugar.

“También era sala de exámenes profesionales. Los ingenieros que estuvieron aquí en los cuarenta le decían la maternidad porque aquí nacían los nuevos ingenieros. Al final es un espacio imponente del Palacio de Minería”, destacó Escamilla observando una de las puertas del lugar.

Cuenta con un mobiliario de madera del siglo XX, colocado específicamente para cumplir en su momento con su función de Cámara de Diputados. La iluminación dentro del espacio simboliza la inteligencia por el sentido académico e intelectual que representa el mismo Palacio de Minería como casa de conocimiento.

LA CAPILLA

“Finalmente, el Colegio de Minería era una institución del gobierno virreinal, de la corona española, del monarca católico, por eso tenía que contar con una capilla. Los estudiantes tenían sus horas de rezo y los prefectos del colegio eran curas”, detalló Escamilla.

“Es muy bonita porque es el recinto que tal vez conserve más su ornamentación original. Tolsá se ayudó del pintor Rafael Ximeno y Planes para hacer los frescos y las ornamentaciones. El Tribunal de Minería estaba dedicado a la virgen de Guadalupe es por eso que la imagen principal de la capilla es la guadalupana. Hoy en día también se usa como auditorio, incluso la biblioteca llegó a estar aquí un tiempo”, mencionó.

El espacio dedicado en su momento para la actividad religiosa cuenta con dos frescos en la parte superior, en uno de ellos, la virgen de Guadalupe en el milagro del pocito y el otro representa la coronación de la misma virgen. Actualmente tiene un uso cultural al llevarse a cabo eventos, presentaciones de libros y otras actividades de difusión.

SALÓN ROJO

Al cruzar la puerta se pisa la alfombra roja que da misticismo al imponente despacho, “era la casa del director. Él tenía su propia puerta y arriba en el torreón había terrazas donde se veía toda la ciudad. En 1811 este era el edificio más alto y se tenía una de las mejores vistas panorámicas de lo que era la ciudad”.

Conocido como Salón Rojo o Salón del Rector, antiguamente albergaba la habitación de los directores del Colegio de Minería. Durante un tiempo este lugar se convirtió en la sala de juntas de la Secretaría de Fomento. Actualmente es el despacho del rector cuando visita el Palacio de Minería. “Estos lugares normalmente no están abiertos al público”.

Mientras caminamos entre la alfombra roja se observa un gran escritorio de madera, “aquí es donde trabaja el rector cuando viene”, dijo Omar haciendo un gesto de admiración. La decoración de madera inspira una sensación de tranquilidad.

Al interior, en uno de los salones que conforman el conjunto se encuentra la Galería de Rectores, donde alrededor de una mesa de gran tamaño pueden verse los retratos de todos los rectores que ha tenido la UNAM. “Cuando un rector concluye su periodo se le hace un retrato y se coloca aquí“, mencionó Escamilla señalando algunos de los cuadros.

En una de las paredes puede apreciarse un cuadro con un escudo antiguo de la UNAM, posiblemente uno de los primeros, “UNIVERSIDAD NACIONAL DE MÉXICO” puede leerse.

LAS METEORITAS. DEL VESTÍBULO

El recorrido por el recinto comenzó en su interior y concluye en el vestíbulo donde se encuentran cuatro de las meteoritas más importantes del país. Tres de ellas encontradas en Chihuahua y una más en Zacatecas.

Las meteoritas son fragmentos de cuerpos celestes que ingresan a la superficie terrestre desde el espacio. Estas han caído en la Tierra desde la existencia del planeta y su composición es prácticamente pura de hierro. “Fue en el siglo XIX que se dieron cuenta que eran rocas que habían caído del espacio exterior, es decir, que no eran formadas en la Tierra”, comentó el científico visiblemente emocionado.

“Se trajeron las meteoritas a este sitio en 1883. Se habían ubicado desde el siglo XVI, son meteoritas que cayeron hace cientos de miles de años. Todas pertenecen a una misma lluvia meteórica que es imposible fechar; son meteoritas férreas, es decir, están constituidas en más de un 90% por fierro”, enfatizó.

Y continuó su explicación: “En el siglo XIX se empezó a estudiar la meteorítica que es justamente el estudio de estas rocas extraterrestres. En ese mismo siglo se dan cuenta que existen estas que son muy importantes”.

El ingeniero Antonio del Castillo fundó el Instituto Geológico, y fue director de la Escuela de Ingenieros, era un geólogo muy importante que descubrió la existencia de estas rocas y gracias a él se expusieron en París en 1889 donde causaron revuelo por su naturaleza. En ese momento eran las más grandes conocidas.

Al inaugurarse la línea de ferrocarril de Chihuahua a México las trajeron en 1883 en los vagones del convoy. El peso era tal que las ruedas del ferrocarril se deformaban, así que tuvieron que ser sustituidas varias veces en los más de mil kilómetros de recorrido. Una vez en la estación de Buenavista, las transportaron hasta la calle de Tacuba en troncos hasta colocarlas en este sitio donde reposan actualmente.

“Estas son las bases originales que se usaron para que descansaran las meteoritas. Se trajeron porque son objetos científicos de interés. Antonio del Castillo los declaró bienes de la nación y desde el siglo XIX es un delito comerciar con meteoritas mexicanas,” puntualizó el experto.

Las meteoritas tienen una forma especial para exhibirse, tiene que hacerse tal como son encontradas, lo que da información de la trayectoria que tomaron al caer. En 1893 tuvo que calcularse la posición de equilibrio para colocarlas sobre las bases en que se encuentran ahora. “Sin calculadoras calcularon el centroide para conocer la posición de equilibrio, y no solo eso sino que fueron puestas con una grúa de vapor”.

Las rocas extraterrestres están a la vista del público justo en la entrada del edificio. Se encuentran entre las quince meteoritas más grandes  del mundo, además se determinó que dos de ellas pertenecían a una misma roca debido a sus características propias de identificación como una huella digital.

“No solo son piezas importantes desde el punto de vista de la astronomía, sino que su colocación como muestra es una increible obra de ingeniería para la época”, ahondó el técnico multidisciplinario.

También cuentan con marcas llamadas “líneas de vuelo” generadas al momento de caer en la atmósfera debido a las altas temperaturas que estas generan por su velocidad y se esculpen de manera natural hasta tomar su forma final. “Aquí tenemos la meteorita orientada más grande del mundo por su forma de flecha en que fue encontrada”, concluyó Escamilla.

EL FINAL

El inmueble alberga un museo que expone principalmente la obra de Manuel Tolsá como escultor y arquitecto a lo largo de su vida. Desde 1999 se abrió al público la exposición en la que se muestran objetos, pinturas, maquetas, reproducciones y diferentes aspectos de la labor del artista valenciano en México donde desarrolló su vocación en la arquitectura.

Una función importante que realiza el Palacio de Minería, es la Feria Internacional del Libro, organizada dentro de las instalaciones, lo que establece un vínculo aún mayor con la cultura y la educación. El magno evento reúne cada año a expositores, autores, y miles de visitantes gracias a la labor del recinto en favor del fomento a la lectura.

 

 

 

 

 

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