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Expresiones

Ana Gallardo presenta en el MUAC recorrido por 20 años de explorar la violencia y la vejez

Como una especie de revancha personal y colectiva, la creadora ha confeccionado un conjunto de obras atravesadas por testimonios orales, confesiones, relatos escritos a varias manos

Virginia Bautista | 03-08-2024
Gallardo recrea siete óleos de bodegones que pintó su madre. Fotos: Pável Jurado/ Cortesía MUAC
Gallardo recrea siete óleos de bodegones que pintó su madre. Fotos: Pável Jurado/ Cortesía MUAC

Los recuerdos dolorosos, las heridas, los deseos truncados, el olvido, la frustración, la falta de valor, los cuerpos desaparecidos, la violencia, la vejez. Las obras de la artista visual argentina Ana Gallardo (1958) echan luz sobre esa zona oscura que afecta a las mujeres y las vuelve invisibles.

Como una especie de revancha personal y colectiva, la creadora ha confeccionado un conjunto de obras atravesadas por testimonios orales, confesiones, relatos escritos a varias manos y escenas de un hacer que confunde lo propio con lo ajeno.

La exposición Tembló acá un delirio, que se inaugurará el 10 de agosto, a las 12:00 horas, en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), propone un recorrido por 20 años de producción marcada por una dimensión autobiográfica.

No es una revisión de 20 años de trabajo, sino de un tema que atraviesa mi obra: la violencia en los géneros. Presento dos proyectos: Escuela de Envejecer y un conjunto de piezas nuevas que recrean siete óleos, sobre todo bodegones, que hizo mi madre, quien quería ser pintora, pero murió joven”, comenta Gallardo en entrevista con Excélsior.

La pregunta que intento responder es ¿cómo yo, artista, mujer, atravieso la violencia y cómo veo mi cuerpo? Hablo de mí, de mi proceso de envejecer, del encuentro con diversas mujeres que reflexionan sobre lo que significa envejecer en un mundo que las invisibiliza”, explica.

Las mujeres hemos sido invisibilizadas en todos los órdenes de la vida, pero cuando llegamos a la menopausia desaparecemos automáticamente de la escena. Esto lo supe al llegar a esta etapa. Empecé a investigar qué pasa a nivel social cuando ya no tenemos olor a menstruación. Y decidí idear una forma diferente de vivir y envejecer, porque no quiero caer en un geriátrico común”, confiesa.

La artista que vive y trabaja en la Ciudad de México agrega que buscó a varias mujeres. “La propuesta se centra en el trabajo: qué hicimos cuando éramos jóvenes, qué quedó en el tintero, qué te hubiera gustado ser, qué haces ahora y cómo resolvemos ese deseo. Una premisa importante es que ahora hacemos las cosas como queremos. Es nuestro derecho, por lo que le dimos a la vida, al sistema, al capital”, añade.

Destaca la sala en la que Gallardo presenta las piezas inspiradas en los siete óleos de su madre, Carmen Gómez Raba. “Esa propuesta nace de una ‘conversación’ con ella, quien murió de una manera trágica cuando yo tenía siete años. Era española-mexicana y llegó a Argentina embarazada de mí. Vivió muy frustrada y triste porque nunca pudo ejercer su vocación. Reflexiono sobre las artistas que no pudieron ser valientes, vestirse de hombre, saltar la tradición del género.

Cuando encontré las piezas, hablé con un restaurador y me contó que lo primero que se hace es limpiar las obras con saliva y seguí su recomendación. De esa manera me las apropié y, a partir de ellas, comisioné obras a mi hija Rocío Gallardo, que es ceramista, y a otros artistas que bordan y hacen gobelinos”, detalla.

El resultado son obras de arte contemporáneo que respetan las piezas originales y les imprimen otra dimensión. “El museo en Madrid compró un combo. Se cumple el sueño que mi madre de exhibir en España. Las obras hablan de venganza, de poder y revaloran el bodegón denostado. Es como clavarle un puñal al sistema del arte”, concluye.

La propuesta de Gallardo, admite, parte de la necesidad de hacer del duelo un proceso público desde una perspectiva que pone en el centro la herida abierta de la violencia contra las mujeres.

Pero, lejos de ocupar el lugar de la víctima, la artista pone en escena un deseo de revancha personal y colectiva que se funda en la posibilidad de activar los materiales del duelo desde una práctica artística que repara.

Curada por Alfredo Aracil y Violeta Janeiro, en colaboración con Alejandra Labastida, la muestra se exhibirá en la Sala 9 del MUAC hasta el próximo 15 de diciembre.

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cva

 

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