Héctor Linares

Héctor Linares
Tacita de Café

El héroe olvidado

06 de Julio de 2024

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Los bateadores de banca de los Gigantes de Nueva York escondían la cabeza al momento que el manager Leo Durocher buscaba a un valiente para entrar de emergente y resolver el juego con un batazo. Dusty Rhodes era el único que caminaba con un bat en la mano y se golpeaba el pecho: era el mensaje de que estaba listo.  

Rhodes se voló la barda en la décima entrada para dejar en el terreno a los Indios de Cleveland  en el primer juego de la Serie Mundial de 1954, en la que los Gigantes dieron la sorpresa al barrer al equipo favorito y monarca de la Liga Americana.

El bateador zurdo salió de la banca para entrar como emergente en los primeros tres juegos de aquel Clásico de Otoño. En total se fue de 6-4 con dos cuadrangulares y siete carreras producidas. Su promedio de bateo fue de .667.

Si en ese tiempo se hubiera entregado el premio de Jugador Más Valioso habría sido para Rhodes, en su única participación en una Serie Mundial.

Rhodes, quien era recordado por sus compañeros por las bromas y el buen ambiente que ponía en el dugout mientras esperaba una oportunidad de jugar, conquistó con sus batazos a los fieles aficionados neoyorquinos de los Gigantes.

Fue el hombre clave en el título de 1954, pero, irónicamente, lo que siempre se recuerda de aquella Serie Mundial, entre Indios y Gigantes, es la sensacional atrapada de Willie Mays, de espaldas a home, en el jardín central.

Dusty Rhodes recibió una serie de reconocimientos, homenajes y hasta un auto, que acabó por chocar. Pero, al paso de los años, su nombre sólo es parte de alguna trivia, mientras que la jugada de Mays todavía contabiliza millones de reproducciones en video, con la magia del internet.

“Nos ganaron con el out más largo y el jonrón más corto”, expresó Al López, manager de Cleveland, luego de la primera derrota y al referirse a la atrapada de Mays en lo profundo del estadio Polo Grounds y al cuadrangular de Rhodes, que superó la barda más cercana del jardín derecho y que apenas alcanzó una distancia de 257 pies.

 James Lamar Rhodes, quien fue descubierto por un scout luego de conectar un jonrón descalzo, era más recordado por sus juergas que por el poder de sus muñecas.

En un viaje con los Gigantes a Japón, estuvo a punto de ser dado de baja. Luego de una larga noche de fiesta, Rhodes se topó en el hotel con el manager Leo Durocher, quien de inmediato lo llevó con Horace Stoneham, dueño del equipo. Rhodes, sin medir sus actos, invitó a tomar unos tragos tanto al manager como al directivo. Para su buena suerte, Stoneham también era un buen bebedor y le aceptó la propuesta. Esa inesperada acción lo llevó a permanecer en el equipo y, tan sólo unos meses después, a convertirse en el  protagonista del título de la Serie Mundial.

 

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