Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Pileta antirécords

02 de Agosto de 2024

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Los acontecimientos deportivos (de la actividad humana, aves, animales, plantas) pertenecen a la naturaleza, a las leyes de la física, sea que se produzcan en el aire, mar, en la superficie terrestre. La estrategia de un deporte se supedita al entorno, a la fuerza gravitatoria, a las condiciones climatológicas, aire, temperatura. Si se pudiesen observar las corrientes de aire que cruzan un estadio o en el estanque olímpico y si por un efecto fantástico pudiésemos verlas en colores y medir la densidad, de sus torbellinos, remolinos, seguramente cambiaría la apreciación de los espectadores. Las acrobacias artísticas de Simone Biles, la halterofilia de los hércules olímpicos, los giros de la flecha o de la jabalina, toda acción en la palestra, entran en la burbuja universal de Newton, von Guericke, Arquímedes. En la historia queda grabado el salto del siglo XXI, el 8.90 de Bob Beamon en los 2,240 m de la Cd. de México. Esa proeza, acaso, no es posible en París. El 3 de junio de 1997 ocurrió un episodio de lo más extraordinario en la cancha de futbol del Stade Gerland de Lyon: el gol del lateral izquierdo Roberto Carlos al arquero Fabien Barthez con el que Brasil empató ante la selección de Francia. Fue un disparo desde una distancia de 35 m al arco. Tomó carrera, golpeó el balón con el pie izquierdo y la pelota describió una curva parabólica sorprendente que viajó de derecha a izquierda; pegó en la parte interna del poste y se anidó en las redes, ante la admiración de Zinedine Zidane, Ronaldo, Barthez y el propio RC. La explicación en línea y media es: la densidad y la fuerza de una corriente de aire desviaron la pelota contribuyendo a la creación de uno de los goles más asombrosos que se hayan presenciado. Un chorrito de agua del diámetro del dedo meñique, que brote de una pared de la alberca, y trace una parábola de no más 10 cm posee la fuerza para desviar el curso de un nadador de 70 kg. Lyon —lo que hace recordar a Fouché, Duque de Otranto, El Carnicero de Lyon que llevó al paredón de fusilamiento a cerca de 2,000 franceses— tiene una altura promedio de 173.2 m snm y temperatura promedio de 25.6 °C. El gol de RC nunca se curvaría así en la altura de la Ciudad de México, donde la resistencia del aire es menor. Pero ese aire tan sutil protege al planeta de los meteoritos, que en la colisión transforma sus cuerpos en vapor metálico y fragmentos. Cuando la australiana Ariarne Titmus y Katie Ledecky cronometraron 3’57”49 y 4’00”86 en la final de los 400 m nado libre, y el astro galo, Léon Marchand, con tres oros, no pudo romper el muro de los 4 minutos en los 400 m combinado ni su marca personal, surgió una pregunta natural: ¿cómo es posible que sus entrenadores, incuestionablemente de lo mejor del mundo, hayan fallado en el tapering-off? Hace un mes, aquéllas habían marcado en los trials de Brisbane e Indianápolis 3’55”44 y 3’58”35. Subieron sus marcas cuando deberían haber nadado más rápido. En Gwangju 2019 se batieron 10 RM. En París sólo uno. Hoy se sabe que la poca profundidad de la pileta Arena La Defence, 2.17m en lugar de 2.50m, impide la ruptura de marcas. El chino Pan Zhanle batió RM en 100 m libres en ¡46.40!, imagínenlo en 2.50m.

 

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