Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Explosión muscular del eritreo Girmay

12 de Julio de 2024

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El núcleo agonal del Tour de France lo integran desde la 5ª a la 12ª etapa el esloveno Tadej Pogačar, de Emiratos Árabes Unidos, Team Emirates (con 49 horas, 17 minutos, 19 segundos), después de recorrer 1,929.100 km de un total de 3,498 km, una distancia en línea recta aproximadamente de México a Nueva York); el belga Remco Evenepoel, del Soudal Quick-Step (49:18’55” a 01’06”), y el danés Jonás Vingegaard, 49:19’03” a 1’14”). Con ellos, los reflectores iluminan al eritreo Biniam Girmay, de 24 años, ganador ayer de la 12ª etapa, la tercera, tras sus victorias en la 3ª y 8ª. Cuánta complejidad vencer entre más de 150 pedalistas. En la pugna agonal no es la magnitud, sino el equilibrio de fuerzas lo que carga de electricidad el espíritu del espectador. No es el más fuerte ni el más astuto ni el más inteligente el que vence, sino aquel que se adapta a la lucha y cuenta como aliadas a las circunstancias; una brizna aleatoria, un adarme de suerte; un instante separa la gloria de lo que pudo haber sido y no fue. Luz y sombra, eternidad y, acaso, olvido. El esfuerzo de Girmay, sprint, poderoso, frenético, envolvió a los espectadores en una atmósfera eléctrica y entusiástica, cruzó menos de media rueda adelante de Wout van Aert y con cronos iguales Arnaud Démare, Pascal Ackermann y Mark Cavendish, quien, al dominar la 4ª etapa, batió el histórico récord de 34 de El Caníbal Eddy Merckx. En la pantalla de cristal la silueta color verde oliva, a menos de 300 m de la meta, aparece encajonada detrás de una docena de pedalistas en aceleración gradual in crescendo. Faltan unos 150 m y Girmay empuja; apenas se abre una rendija justa para que pasen cuerpo y máquina, y el eritreo penetra como un proyectil inteligente, al que se suma valor y destreza. Es una explosión muscular que impregna de admiración y alegría. El Tour es una lucha multifacética, poliédrica, con arabescos tácticos, audaces, de poder de piernas que ha mantenido, durante más de un siglo con su color agonal, el interés mundial. Embellecido, además, por su geografía, orografía, un montón de cumbres de los Apeninos (el magnetismo de las montañas que llevaron a Robert Louis Stevenson a bordear senderos por los montes de Cévennes, alimentando su imaginación en la inmensa soledad, a pie y montado en la burra Clementine, o el poeta Petrarca en su ascenso al Monte Ventoux, con Las confesiones de San Agustín; el Ventoux, el que Merckx trepó a golpe de pedal en su hazaña del 70), ríos, puentes, zonas arboladas, la geometría de viñedos, vuela el pelotón (planeó a 72 km por hora en acciones de riesgo) en un aire tibio de 28 y 31 grados Celsius que eleva su temperatura corporal; y las iglesias y casas, de arquitectura medieval, en pueblos y ciudades que se estiran por valles y cañadas. El Tour es un universo de asombro y cromatismo. El esloveno Primož Roglič, 4º en la clasificación, sufre un accidente en el trayecto de Aurillac a Villeneuve-Su, Lot y de 2’15” cae al 6º y se aleja a 4’42” del líder.

 

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