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Así o más apocalíptico

Lorena Rivera

Lorena Rivera

Vulnerable significa, de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, “el grado de susceptibilidad o de incapacidad de un sistema para afrontar los efectos adversos del cambio climático y, en particular, la variabilidad del clima y los fenómenos extremos”.

A lo largo de los últimos años, México ha sido golpeado por la inestabilidad del clima y fenómenos naturales extremos que han destruido campo, poblaciones y medios de subsistencia. La mayoría de las veces, los damnificados son quienes menos tienen. 

Además, se vuelve tortuosa la reconstrucción porque faltan, como siempre, recursos y voluntad política.

Nadie estará preparado para afrontar el embate del cambio climático si no se echa mano de los mecanismos de mitigación y adaptación.

Ahí están los golpes de huracanes potentes y tormentas que han dejado bajo el agua a algunos estados de la Unión Americana. El más reciente, la llegada de Florence, que arrastró a las Carolinas.

En días pasados, Sinaloa y Sonora fueron fuertemente golpeados por la tormenta tropical 19-E y debido a la cantidad de agua que arrojó, las poblaciones vivieron insólitas inundaciones que lo arrastraron todo. 

En el primer estado, el saldo fueron 11 municipios afectados y declarados en emergencia por los daños, 16 mil afectados y más de mil 900 personas continúan en albergues. Mientras que en la segunda entidad se calcula que hay 170 mil damnificados.

Los hechos son contundentes. El golpe del fenómeno meteorológico fue devastador y dejó afectaciones negativas. Seguro llevará tiempo levantarse de nuevo.

¿Y sabe por qué a esta tormenta tropical podemos calificarla como una manifestación del cambio climático? Porque en esa zona del país las lluvias de ese calado no son “normales”.

No sólo eso. Es la primera vez que se forma un ciclón tropical en esa región de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

¿La causa de esta “anormalidad”? No, no fue la mano de Dios. Es el calentamiento global. El SMN informó que la superficie del mar registra temperaturas arriba de 31 grados celsius.

Modelos realizados por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático pronosticaron que la inestabilidad del clima arrojará escenarios con disminución de lluvias, pero en algunas zonas podrían aumentar, en contraste con el resto del país.

La paradoja del cambio climático en el noroeste del territorio nacional es que Sinaloa, Sonora y otros estados arrastran desde años atrás severas sequías, las cuales no sólo han dejado con sed a las personas, sino también han acabado con tierras productivas y cabezas de ganado.

Para no ir más lejos, vámonos a 2017. El año pasado, al menos 12 estados del país fueron golpeados severamente por los efectos del cambio climático.

Hubo de todo: sequías, heladas, tormentas e inundaciones. La deforestación avanzó y se perdieron muchas hectáreas para el cultivo, lo cual colapsó la seguridad económica.

La franja norte vivió temperaturas superiores a los 40 grados centígrados, de acuerdo con datos del SMN.

Ahora bien, en el caso de Sinaloa, en abril de este año, se reportaron condiciones de sequía y por falta de lluvias, los niveles de almacenamiento en el sistema de presas fueron bajos: 40% de su capacidad, lo cual afectó a 14 municipios del estado.

Resulta alarmante que la entidad conocida como el granero de México esté padeciendo las calamidades del cambio climático.

En mayo de este año, la Comisión Nacional del Agua alertó que 75% de los municipios de Sonora se encontraba en condiciones de sequía extrema, lo cual pegó, principalmente, a los sectores agrícolas y ganaderos.

Imagine la angustia que debe significar para los ganaderos ver morir de sed y hambre a sus animales. O a los agricultores, perder sus siembras porque no hubo agua para el riego. Es muy probable que miles de hectáreas de cultivos del ciclo primavera-verano, como maíz, frijol, hortalizas y frutas, no se hayan logrado.

Por supuesto, no debemos pasar por alto la problemática que significa el clima extremo para los hogares del norte del país: un infierno vivir con temperaturas por arriba de los 40 grados centígrados y sin agua.

Nuestra realidad: se agotan los recursos renovables. La gran diversidad de cultivos está mermando el agua dulce y de riego escasean, los incendios forestales no cesan, la tierra se degrada, la desertificación avanza y siguen muriendo especies.

Así, los distintos escenarios del cambio climático ya los vive México. El gobierno entrante tiene enfrente un gran desafío. Y lo peor vendrá porque el planeta sigue calentándose.

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